‘Game of Thrones’, el juego está por acabar

La séptima temporada de Game of Thrones llegó a su fin el domingo pasado, luego de tan solo 7 episodios cargados de nuevas alianzas, peleas, muertes y viajes rápidos.

Veamos en qué nos quedamos mientras nos preparamos para esperar más de un año para la octava y última temporada de la exitosa serie de HBO.

SIN NORTE

La realidad es esta: el guión de Game of Thrones sufre considerablemente con la ausencia del material de R.R. Martin para adaptar.

Las últimas temporadas, pero principalmente esta séptima, fueron escritas en base a (teóricamente) unos cuantos puntos que Martin reveló a David Benioff y D. B. Weiss (creadores de la serie) sobre cómo debería desarrollarse, y terminar, la historia de la lucha por el trono de hierro.

Pero lo cierto es que en esta temporada se dieron situaciones y tramas que resultaron sorpresivas en un mal sentido.

Ejemplo claro de esto fue el arco de las hermanas Stark, Arya y Sansa, quienes finalmente se reunieron en Winterfell y pusieron fin a Petyr Baelish (Littlefinger), uno de los embusteros más grandes de todo Westeros. Pero antes de ese desenlace, los espectadores tuvimos que sufrir un par de episodios en los que se nos hacía creer que Sansa y Arya estaban teniendo la más ridícula pelea de hermanas, basada en celos, malos entendidos y actitudes bastante fuera del carácter de ambas hermanas que a estas alturas ya pasaron por tanto.

Una trama como esa, al menos en la forma que fue presentada en la serie, no causa tanta sorpresa como si rabia y un sentido de que nos están tomando el pelo, restándole valor al desenlace.

Otro claro ejemplo de la pobreza de guión en la temporada es el papel de cómico al que fue relegado Ser Davos, soltando comentarios chistosos a diestra y siniestra al punto de resultar un chiste ambulante (incluyendo una referencia a los interminables memes sobre Genry y su bote).

De cualquier forma, la serie batió todos sus records de audiencia esta temporada a pesar de los problemas de guión y las filtraciones de episodios: el final de temporada fue visto por 12.1 millones de personas en Estados Unidos, 16.5 contando servicios de streaming como HBO GO (a modo de ejemplo, el final de la última temporada de The Walking Dead fue visto por 11.35 millones de personas). Todo esto sin contar a los espectadores internacionales.

A PASO ACELERADO: DE DRAGONSTONE AL MURO EN UN SEGUNDO

Uno de los chistes más recurrentes durante el final de la sexta temporada fue la velocidad con la que algunos personajes parecían moverse por Westeros (Varys, principalmente), pero esto se volvió lo más común en esta séptima temporada en la que la trama necesitaba ser acelerada y ya no había tiempo para perder con largos viajes que se extendiesen por varios episodios.

Es así que cuando se decide armar un grupo para buscar un Wright o White Walker como evidencia para Cersei tenemos a Jon, The Hound, Tormund y compañía todos juntos al otro lado del muro en cuestión de segundos, algo que en las primeras temporadas tomaría unos cuantos episodios, si no la temporada entera.

Lastimosamente se abusó del recurso, al punto de que a muchos resultó molesto. La verdad es que, con tan solo 7 episodios en esta temporada, y 6 en la siguiente, no hay tiempo que perder, pero la serie debería buscar la forma de al menos hacer notar que días o semanas transcurrieron entre escenas.

DRAGÓN Y LOBO:

Uno de los puntos focales de la temporada fue, definitivamente, la relación entre Jon Snow y Daenerys Targaryen.

Su encuentro no se hizo esperar mucho, pero definitivamente no fue tan sencillo para ambos encontrar un punto común en el cual estar de acuerdo. Pero alguien tenía que ceder, y gracias a la a veces demasiado sincera personalidad de Jon, fue posible que Lobo y Dragón unan fuerzas, no solo en la batalla contra los White Walkers, si no en la guerra por el trono en sí, ya que Jon “dobló la rodilla” y acepto a Daenerys como legítima reina.

Para alegría de la mayoría de los fans de la serie, la relación llegó al punto de consumarse al final de la temporada. Esto, claro, antes de que alguno de los dos supiese que en realidad son tía y sobrino, información que hasta el momento está en poder de Bran y Sam (gracias a la ayuda de Gilly).

Los Targaryen tienen una larga historia de relaciones incestuosas para conservar pura la sangre en la familia, lo cual podría traducirse en que Daenerys no se sienta muy molesta cuando (y si) se entere de la verdad, pero no podemos decir lo mismo del pobre Jon.

TEMPORADA DE REENCUENTROS

Si en la temporada pasada saltamos de alegría por el reencuentro entre Sansa y Jon, la séptima temporada nos regaló aun más emociones tras reunir a varios personajes que llevan años sin verse.

Bran, en su confuso rol del Cuervo de Tres Ojos, y Arya, nuestra asesina favorita, regresaron a Winterfell a reencontrarse con Sansa, aunque Arya llegase tarde para ver a Jon.

Arya y Brianne también se reencuentran en Winterfell, quedando así por cumplida de cierta forma la promesa que esta última hizo a Catelyn Stark: ambas hermanas Stark regresaron vivas a casa.

Una reunión con otro tono completamente fue la de Jon y Theon Greyjoy. Jon ve a Theon por primera vez desde que este último causase estragos en Winterfell, pero como bien le recuerda Jon: la única razón por la que no lo mata es porque ayudó a Sansa a escapar de Ramsay Bolton. De cualquier forma, para el final de la temporada, Jon aceptará que hay cosas más importantes que seguir enojado con Theon por lo que hizo en el pasado.

Fuera de los Stark, otra emotiva reunión fue la que se dio entre Ser Jorah (curado por Sam) y Daenerys.

Por último, el reencuentro que probablemente tendrá importantes secuelas en la trama de la próxima temporada se dio en el último episodio, entre Cersei y Tyrion Lannister. Tyrion logró convencer a su hermana, de alguna forma y a cambio de no sabemos qué, a que se una a Jon y Daenerys en la lucha contra el Night King. Aunque, como bien descubrió Jaime más adelante, la reina no tiene intención alguna de participar realmente de dicha batalla.

QUE EN PAZ DESCANSEN

La serie no sería lo que es sin su saludable dosis de muerte, y esta temporada se llevó a importantes personajes en pos de focalizar la trama en un grupo más pequeños de protagonistas.

Entre las muertes más impactantes y notables de la temporada tenemos la de Olenna Tyrell, la Reina de Espinas, quien sucumbió ante Jaime al beber veneno enviado por Cersei no sin antes confesar que fue ella quien envenenó a Joffrey.

Como mencionamos más arriba, Littlefinger murió a manos de las hermanas Stark, más específicamente a manos de Arya mientras rogaba a Sansa por su vida. Un final patético para un hombre patético.

Al otro lado del muro, en la misión peor planeada de toda la serie, nos despedimos del tío Benjen Stark, quien por última vez apareció de la nada convenientemente para salvar a uno de sus sobrinos.

Y la más dolorosa de todas fue, probablemente, la muerte (y posterior resurrección) del dragón Viserion, víctima de las lanzas de los White Walkers.

¿DÓNDE NOS QUEDAMOS?

Terminamos la temporada con el principio del fin: la caída del muro y el avance de los White Walkers hacia Westeros ahora con Viserion de su lado (y con la vida de Genry y Tormund pendiendo de un hilo).

Por su parte, Jon y Daenerys creen tener a los Lannisters en su equipo para la batalla contra el Night King, sin saber que el único dispuesto a unírseles es un Jaime harto de que lo pasen por encima, mientras que una supuestamente embarazada Cersei tiene otros planes para la llegada del invierno.

Los Stark más pequeños están todos reunidos en Winterfell, celebrando su victoria sobre Littlefinger, pero la llegada de Sam y Gilly trae consigo la revelación de que Jon no es un bastardo, sino Aegon Targaryen, hijo legítimo de Rhaeger Targaryen y Lyanna Stark.

Columna original publicada en cinefiloz.com

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