NASA pone en marcha al telescopio James Webb

El mundo de la ciencia ha celebrado este sábado dos grandes noticias, recibidas ambas como dos regalos de Navidad en pleno recrudecimiento de la pandemia de Covid por la variante Omicron. En la isla de La Palma se dio oficialmente por terminada la erupción volcánica que durante tres meses sembró la destrucción y la desesperación entre sus habitantes. Minutos antes de ese anuncio, a 4.500 kilómetros de distancia, un imponente cohete Ariane 5 pone en órbita en la Guayana Francesa el mayor y más potente telescopio espacial construido por la humanidad, el James Webb.

¿Cómo se formaron las primeras galaxias? ¿Y la Tierra? Son preguntas que aún no tienen respuesta aunque hay muchas teorías al respecto. Sin embargo, un ambicioso proyecto aeroespacial que está a punto de convertirse en realidad pretende arrojar algo de luz sobre estas interrogantes humanas.

Se trata del telescopio espacial más grande y poderoso de toda la historia. Su lanzamiento supone un antes y un después en la historia aeroespacial, sobre todo por el tipo de información que los ingenieros y científicos esperan obtener gracias a la puesta en marcha de este observatorio espacial. Las esperanzas de la comunidad científica de llenar enormes vacíos de conocimiento sobre la estructura y creación del universo, agujeros negros y otros componentes de la galaxia están sembradas en el más caro, grande y potente telescopio espacial jamás construido.

Asimismo, una de las labores del telescopio es que funcione como una suerte de máquina del tiempo pues, por las propiedades de materias como la luz, el tiempo, la distancia y otros componentes, se espera que se revele cómo eran las estrellas hace más de 13 millones de años.

No habrá una segunda oportunidad para un telescopio que ha costado 10.000 millones de euros. Tras el mes de viaje, quedarán cinco meses en los que el equipo de Tierra se encargará de alinear la óptica del telescopio y de calibrar los instrumentos científicos. Se alinearán los sistemas del telescopio y se tomarán las primeras imágenes de calibración. Será seis meses después del lanzamiento, en torno a verano de 2022, cuando empiece a funcionar correctamente y las primeras imágenes captadas por el telescopio estén listas para ser compartidas.

La misión del James Webb está programada para una duración de 10 años, debido, entre otros asuntos a que por su composición y funcionamiento es necesario enfriarlo constantemente con helio líquido hasta los 267 grados centígrados bajo cero y cuando el refrigerador termine, dejará de funcionar el telescopio.

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