A pesar de la coyuntura planteada por la pandemia del covid-19, la fe mariana convoca a los creyentes una vez más a la Villa Serrana. Las autoridades sanitarias y eclesiásticas ofrecieron las recomendaciones y exigencias a tener en cuenta por los peregrinos que irán a Caacupé.
El novenario de la Virgen comenzará el domingo 28 de noviembre, terminará el 6 de diciembre, el 7 de diciembre será la víspera y el día litúrgico. Este año, ante la relativa calma de las estadísticas de incidencia de la enfermedad, habrá festividad, pero con los cuidados correspondientes.
Las autoridades sanitarias y religiosas emitieron las sugerencias para los que van a ir a visitar la capital espiritual del Paraguay. No se recomienda que asistan personas que no tengan el esquema completo de vacunas contra el COVID, ni mucho menos las que no se hayan aplicado ninguna dosis. Tampoco niños menores de 12 años o personas que presenten síntomas respiratorios. Además, aquellos que tengan enfermedades de base, como hipertensión, diabetes e inmunocomprometidos, entre otras patologías.
Es preciso destacar que no se exigirá el “pase verde” o carnet de vacunación. El monseñor Ricardo Valenzuela instó a los feligreses a cumplir todos los requisitos que se establecen en el protocolo. Insistió en que es importante cumplir con el distanciamiento físico, llevar y usar en forma el tapabocas, lavado de manos (instalarán equipos para la higiene), tener cada uno su alcohol en gel o en líquido para cuidarse del COVID.
Así también, se recomienda una hidratación adecuada debido a las altas temperaturas que suelen registrarse en esta época del año.
Las autoridades informaron que habrá tres puestos fijos para testeos rápidos, y que estarán disponibles 32 ambulancias. También se tendrá un helicóptero y baños portátiles. Más de 2.000 personas trabajarán durante el operativo.
MADRE DE LOS PARAGUAYOS
Dice la leyenda que allá por el 1600 un aborigen llamado José, proveniente de Atyrá, fue el creador de una imagen en madera de la Virgen María en agradecimiento por haberlo salvado de una persecución por parte de otro aborigen mbaya hostil. Se cuenta que alrededor de 1750 llegó un hombre desde Tobatí para regalar la efigie que más tarde dio pie al levantamiento de una capilla, también se dice que en 1775, el cura de Tobatí, Roque Melgarejo, entregó en donación una réplica al pueblo de Caacupé.
Los libros de Caacupé dan cuenta que desde enero de 1770 ya se realizaban oficios religiosos en la capilla, con la comentada imagen.
De allí en más se dio pie a una consagrada reverencia a la Virgen de los Milagros de Caacupé, que con el paso del tiempo se erigió como el increbrantable símbolo de la fe de los paraguayos, siempre arropados en las historias de los sorprendentes sucesos que los testimonios de propios y extraños le atribuyen.
*Imagen de nota: Radiosdeparaguay.com