La saga de Matrix finalmente estrenó la esperada cuarta parte, una secuela por la que el estudio Warner Bros luchó mucho hasta que las creadoras y directoras Lana y Lilly Wachowski accedieron. En esta cinta aparece solo Lana como productora, coescritora y directora; y volvemos a ver a Keanu Reeves y Carrie-Anne Moss como Neo y Trinity.
Hace 22 años Matrix cambiaba completamente el cine de acción y ciencia ficción revolucionando el lenguaje audiovisual con increíbles efectos especiales pero además con una profunda filosofía detrás, creando un fenómeno único.
En esta entrega Matrix Resurrections vuelve a la carga con su estilo particular, rindiendo tributo a su propia historia y apostando a la metaficción como base argumental. A diferencia de otras películas nuevas pertenecientes a franquicias que han existido desde hace mucho tiempo, esta película no es un remake ni un reboot, sino una resurrección, siendo la excusa perfecta para volver a este universo de ciencia ficción que inlfuyó en varias películas que llegaron después.
Aquí nos encontramos con Neo viviendo una vida normal en San Francisco bajo el nombre de Thomas Anderson, con un trabajo de desarrollador de videojuegos mientras su terapeuta le prescribe pastillas azules, hasta que su reencuentro con Morphius vuelve a abrir su mente al mundo de Matrix.
Matrix Resurrections invita a dar una mirada sobre el impacto que supuso la trilogía original en la industria y la cultura popular a través de varias referencias y escenas conocidas, pero haciendo un contrapeso interesante con la nueva misión que le toca a Neo junto a un equipo completamente renovado.
La crítica coincide en que Matrix Resurrections es complicada de calificar, ya que es una obra arriesgada, libre y por momentos desquiciada, que probablemente pueda disgustar a algunos, pero que no deja de ser una gran y relevante película.