Se marcha el 2020, un año atípico, duro y que deja grandes enseñanzas. Una temporada de eventos que hicieron historia y que marcan un antes y un después.
Además de los infortunios de vidas, salud y consecuencias económicas, el virus produjo una aceleración inesperada en cambios que estaban anunciados para el futuro próximo y algunas otras costumbres sociales que modificarán la conducta de los sujetos en el futuro.
El 2020 deparó grandes obstáculos, complejos panoramas (social-político-económico) y puso las cosas cuesta arriba, lo que se hizo duro en amplios tramos.
Sin embargo, el 2020 nos mostró que no hay como la voluntad, el empeño y la solidaridad para sortear el día a día, con unión, consideración y sacrificio.
Sin embargo, el 2020 nos mostró que no hay como la voluntad, el empeño y la solidaridad para sortear el día a día, con unión, consideración y sacrificio.
Así fue como sorteamos el lapso de los grandes incendios, que también nos obliga a reflexionar sobre el impacto de nuestras actividades en el medio ambiente y las consecuencias que trae.
Un año difícil, pero lleno de aprendizajes. De buenos y malos ratos. Un año que nos exigió, que nos puso a prueba. Un año que nos enseñó a valorar el tiempo con los nuestros, a atesorar cada segundo y a corresponder a los pequeños detalles.