Albert Einstein tuvo un pasado trabajando como empleado en la oficina de patentes de Berna (Suiza) desde 1902. Hacemos un repaso por este curioso hecho que marcó la historia de uno de los científicos más prolíficos.
En el año 1905 Albert Einstein, entonces conocido como el empleado de la oficina de patentes de Berna, llegó a publicar cinco de los artículos que terminarían sentando las bases de la física como objeto de estudio.
Entre los materiales publicados figuran la teoría de la relatividad y la teoría sobre producción y transformación de la luz, con la propuesta añadida de la estructura corpuscular de la radiación luminosa.
También, hablaba sobre el efecto fotoeléctrico y por el qué posteriormente se le otorgaría el Nobel de la Física en el año 1922.
Su impulso para solventar la teoría de la relatividad que, básicamente dialogaba, sobre la ecuación que relaciona la energía con el cuadrado de la velocidad de la luz y con la masa lo cimentó mientras trabajaba en la oficina de patentes.
Los otros dos artículos más emblemáticos de ese “año milagroso” como se llama popularmente al año 1905 y que hace referencia al llamado “annus mirabilis” de 1666 en el que el conocido científico Newton sentó las bases del cálculo diferencial y de la gravitación, se refieren a la determinación de la dimensión de las moléculas -tema central de la tesis doctoral de Albert Einstein- y al movimiento browniano.
Esta aportación es considerada de una importancia similar a los trabajos de relatividad y el cuanto de la luz.
Como mencionamos, todas estas tareas de investigación fueron llevadas por Albert Einstein de manera excepcional mientras diariamente lidiada con su trabajo de examinador de la tercera clase en la oficina de patentes.
Un detalle no menor es que durante esa época el científico estaba casado y ya tenía un hijo.
El paso de Einstein por la oficina de patentes es considerado de vital importancia dentro de la cronología personal del científico. Primero porque fue el primer trabajo al que accedió después terminar sus estudios universitarios.
En la oficina de patentes su trabajo específico era analizar todo tipo de inventos que deseaban tener protección en Suiza y verificar si los mismos cumplían los requisitos necesarios (innovación, nivel inventivo y aplicación industrial).
Su contacto cercano con una infinidad de inventos científicos y tecnológicos logró impulsar más aún la visión científica de Einstein.
El director de la oficina de patentes, Friedrich Haller, consideraba que Einstein era una piedra angular para el trabajo y un excelente examinador de las diferentes propuestas que llegaban a la oficina.
Su residencia como trabajador en la oficina de patentes duró hasta 1909. Finalmente, al salir de ahí se incorporó como docente en la Universidad de Zúrich y siguió desarrollando investigaciones varias.
Su paso por la docencia le habilitó para investigar sobre cómo resolver problemas técnicos, al punto de crear matrices para máquinas e instrumentos, que habilitaron la invención de varios inventos modernos.