En tiempos de crisis, el estrés puede sentirse casi como una constante. Ya sea por preocupaciones económicas, cambios en la vida personal o incertidumbre general, es común experimentar ansiedad y agotamiento. La buena noticia es que existen maneras de gestionar el estrés para no dejarnos consumir por él. Estos enfoques no buscan eliminar el estrés por completo, algo que en momentos difíciles no siempre es posible, sino manejarlo para vivir con más claridad y equilibrio.Te compartimos algunos enfoques prácticos para enfrentar estos periodos.
Cuando todo parece incierto, aferrarnos a lo que podemos manejar puede brindarnos un sentido de seguridad. Hacé una lista de las cosas sobre las que sí tenes control, por más pequeñas que parezcan. Puede ser desde cuidar tu salud física, establecer una rutina diaria o gestionar el tiempo que dedicas a las noticias. Centrarse en estos aspectos te da un sentido de estabilidad, además de reducir la sensación de impotencia que a veces trae la crisis.
Es fácil sentirnos abrumados con la cantidad de noticias y actualizaciones constantes en tiempos de crisis. Si sentís que te afecta, establece momentos específicos del día para ponerte al día y limita tu exposición a las redes sociales o a fuentes de información que te generan ansiedad. También podes optar por fuentes que ofrezcan un análisis objetivo y no solo titulares alarmantes. Tener límites claros te ayuda a mantenerte informado sin perder la calma.
El estrés tiene efectos físicos, y nuestro cuerpo puede quedar tenso o cansado sin que nos demos cuenta. Una técnica simple para aliviar el estrés es la respiración profunda: inhala profundamente, aguanta unos segundos y exhala lentamente. Repetir esto varias veces ayuda a reducir la ansiedad y a restaurar la calma. También, intenta mantenerte activo, aunque sea con una caminata corta o estiramientos en casa. Estos movimientos físicos no solo ayudan a liberar tensión, sino que también mejoran tu estado de ánimo.
El descanso es esencial, especialmente en momentos de crisis. No solo ayuda a tu cuerpo a recuperarse, sino que también mejora tu capacidad de toma de decisiones y tu resistencia emocional. Intenta mantener un horario de sueño regular y evita el uso de dispositivos antes de dormir. En días difíciles, no te presiones si el sueño tarda en llegar: lee un libro o escucha música suave hasta que tu cuerpo se relaje. Dormir bien es una inversión que te prepara mejor para enfrentar el estrés.
El aislamiento emocional suele empeorar el estrés. Hablar con familiares, amigos o compañeros que te comprendan puede ayudarte a ver las cosas desde otra perspectiva y descargar las emociones acumuladas. Incluso si no puedes reunirte en persona, una llamada o un mensaje puede marcar la diferencia. No dudes en expresar cómo te sientes y escucha también a los demás; esta reciprocidad fortalece los vínculos y te recuerda que no estás solo en tus preocupaciones.
El estrés muchas veces nos hace olvidar los momentos de disfrute y nos consume en la preocupación. Sin embargo, dedicar unos minutos a algo que disfrutas puede ayudarte a desconectar. Puede ser leer, cocinar, pintar, escuchar música o cualquier actividad que te relaje y te llene de energía positiva. Estos momentos no son un lujo ni una pérdida de tiempo: son pausas necesarias que te permiten recargar.
En momentos de crisis, es natural sentir que no estás al 100%. La autocompasión es clave aquí. Evita presionarte demasiado y reconoce que es normal tener días difíciles o bajar el ritmo. Haz lo mejor que puedas dentro de tus posibilidades y celebra los pequeños logros, por más simples que parezcan. Aceptar tus limitaciones sin juzgarte es una forma de aliviar el estrés y de cuidar de ti mismo.
Si el estrés se vuelve demasiado abrumador, considera buscar ayuda profesional. Terapeutas, psicólogos y consejeros tienen las herramientas para ayudarte a manejar la ansiedad y darte el apoyo que necesitas. No hay nada de malo en pedir ayuda cuando la situación te supera; al contrario, es una señal de que te estás tomando en serio tu bienestar y estás dispuesto a trabajar para estar mejor.
La gestión del estrés en tiempos de crisis no es una solución rápida, pero cada pequeño esfuerzo cuenta. A través de la autocompasión, la búsqueda de apoyo y la incorporación de pequeños hábitos, podes construir una base sólida para atravesar los momentos difíciles. Aunque no puedas controlar todos los aspectos de la situación, cuidar de vos mismo puede marcar una gran diferencia en cómo afrontas cada día.