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Augusto Roa Bastos: su mensaje a la juventud paraguaya

El máximo exponente de las letras paraguayas plasmó en aquella lejana época en Francia, en momentos del cruel exilio, su testamento. En aquel entonces, ya en presagio de lo que vendría, dejó un mensaje para la juventud paraguaya.

“En la ciudad de Toulouse, a los veintisiete días del mes de agosto de mil novecientos noventa y uno, yo Augusto José Antonio Roa Bastos, conocido por mi obra literaria y artística como Augusto Roa Bastos, en pleno uso de mis facultades mentales, de mi libertad íntima y de mi voluntad moral y espiritual, quiero dejar expresadas en este documento ológrafo mis disposiciones testamentarias” introduce el documento legal.

El escrito prosigue por partes. Entre ellas, cita por ejemplo su último deseo, el destino final para su restos una vez que haya culminado su vida terrenal: “Queda asimismo encargada mi compañera Iris Clara Giménez Tasis de mandar incinerar mis restos mortales y de realizar los trámites en unión con mis hermanos a fin de que estas cenizas sean llevadas y depositadas en el sepulcro familiar mandado construir por mi extinto padre junto a los restos de mis progenitores Lucía Bastos y Lucio Roa”.

Roa Bastos, en un magno gesto de la inquebrantable austeridad que lo acompañó a lo largo de sus años, expresó: “Deseo que no se me rinda ninguna clase de honores ni recordatorios oficiales póstumos, los que desde ya declino por completo. En más de cuarenta años de injusto exilio por el delito de desear un destino más justo y digno para mi país, he recibido el reconocimiento y el afecto de mi pueblo, de su juventud, de su gente sencilla y humilde”.

MENSAJE PÓSTUMO

“Séptima: Mensaje póstumo a la juventud paraguaya es que continúe aportando su lucha generosa y desinteresada, más allá de los meros intereses político partidistas en una noción global y globalizadora en favor de la grandeza intrínseca de la patria en el contexto de la patria grande americana, de la justicia social para todos sus habitantes, en pro de la preservación de la identidad y dignidad de nuestras poblaciones indígenas. La producción de valores culturales solo adquiere su real sentido en una concepción abierta y universalista. En esta nueva era del mundo que inaugura un nuevo milenio en medio de enormes riesgos, pero también de posibilidades inéditas, el Paraguay debe dejar de ser, por obra de sus jóvenes de ambos sexos, la ‘isla rodeada de tierra’ que marcó en los paraguayos una mentalidad y una sensibilidad de isleños y restringió su crecimiento y expresión cultural”.

La producción de valores culturales solo adquiere su real sentido en una concepción abierta y universalista.

BIOGRAFÍA

Augusto Roa Bastos. (Asunción, Paraguay, 13 de junio de 1917 – Asunción, Paraguay, 26 de abril de 2005). Narrador y poeta, es considerado el escritor paraguayo más importante del siglo XX y uno de los grandes novelistas de la literatura hispanoamericana.

Su infancia transcurre en Iturbe -pequeño pueblo culturalmente guaraní-, escenario y objeto referencial casi constante de su mundo novelístico. Participa en la guerra del Chaco entre su país y Bolivia, experiencia que aprovecha para su novela Hijo de hombre (1960), obra que abarca cien años de historia paraguaya. Es de destacar el rigor técnico con que el autor traza su relato, así como la fuerza de la prosa mestiza con que transcribe el habla regional.

Opuesto al régimen dictatorial de su país, vive casi siempre en el extranjero (especialmente en Buenos Aires) y ejerce como periodista, conferenciante y profesor.

Entre sus libros figuran varias colecciones de cuentos: El trueno entre las hojas (1953), El baldío (1966), Madera quemada (1967), Los pies sobre el agua (1967), Moriencia (1969) y Cuerpo presente (1971). Su obra más relevante es la novela Yo, el supremo (1974), inspirada en la vida del que fuera dictador de Paraguay entre 1814 y 1840. En ella profundiza en las raíces del español paraguayo, potenciando la creación de neologismos, deformaciones y continuos juegos tanto léxicos como sintácticos.

Además de escribir varios guiones cinematográficos, otras de sus obras son El pollito de fuego (1974), Lucha hasta el alba (1979), La vigilia del almirante (1992), El fiscal (1993), Contravida (1995) y Madame Sui (1995).

En 1989 obtiene el Premio Cervantes y, al año siguiente, la Orden Nacional del Mérito de Paraguay.