Desde hace 25 años se destaca una tendencia creciente en torno a la importancia del desarrollo social mediante los emprendimientos creativos, como una facultad asociada a la innovación, proceso trascendental para el futuro de cualquier sociedad.
Empresas tecnológicas, soluciones al problema de la redistribución de las redes de agua potable, proyectos de carácter rural o de accesibilidad a la vivienda y hasta en redes sociales, ideas que encierran un común denominador: compromiso con la comunidad.
La necesidad de innovación social y el uso de la creatividad se confluyen en pro de generar realidades nuevas e inspiradoras.
Los emprendimientos sociales aportan un 30% de ayuda en la reducción de la pobreza, 70% de forma indirecta. Así también, el 50% a las soluciones de los problemas de salud y mejoramiento de la educación pública. En cuanto a la equidad de género, aportan un 65% más que otras y el 33% al saneamiento del agua, en América Latina.
El emprendedor es hijo de la crisis. Buena parte de las iniciativas nacen para impulsar proyectos con un impacto real. A diferencia de los emprendimientos financieros, los emprendimientos sociales apuntan a mejorar la calidad de vida de las personas y velan por el futuro del medio ambiente.
Según datos del Banco interamericano de Desarrollo (BID), entre las principales causas del fracaso entre los emprendedores creativos se ubican el mercado inestable de las finanzas y financiación, problemas con el mercado meta (promoción), el bajo flujo de efectivo, carencia de equipamiento adecuado para el trabajo y un frágil balance de convicción entre el emprendedor y sus socios. El especialista John Maeda menciona datos bastante similares en su Design Tech Report de 2017, incluyendo al mercado inexistente y los problemas con precios y costos entre las cinco principales causas.
Los estudios sobre el tema recomiendan a los emprendedores el sentar las bases de sus iniciativas sobre fuentes mixtas de financiación.
Los emprendimientos sociales florecen en entornos donde reina la incertidumbre ya que se aprende a generar soluciones novedosas y nuevas formas de hacer las cosas.
El análisis de la medida del impacto de un emprendimiento social exige, primero, definir los objetivos. También habrá que dedicarle especial atención a localizar e identificar fallos y potenciar esas áreas. De ahí en más se pueden proyectar los planes de expansión, la evaluación de resultados, la motivación de los equipos de trabajo, los planes de mejora y, claro está, alcanzar las soluciones para elevar el confort de la comunidad.
Es un proceso de aprendizaje. Con los emprendimientos sociales se puede evaluar la eficacia de un plan, proponer y trabajar objetivos coherentes, ofrecer un proyecto novedoso y estimular a los participantes e inversores.